Mensaje del 2 de setiembre de 2010
Queridos hijos: estoy en medio de ustedes porque deseo ayudarlos a superar las pruebas que este tiempo de purificación pone delante de ustedes. Hijos míos, una de ellas es el no perdonar y el no pedir perdón. Cada pecado ofende el amor y os aleja de Él; ¡Mi Hijo es el amor! Por eso, hijos míos, si desean caminar conmigo hacia la paz del amor de Dios, deben aprender a perdonar y a pedir perdón. ¡Gracias!